Me siento bien en mi maleta

Maleta DIY

¿Os acordáis de aquella vez que os conté que tenía nostalgia por una maletita roja con la que me encantaba viajar desde que era niña?, esa que me hacía sentirme bien estuviese donde estuviese y que me ha acompañado en mis idas y venidas hasta hace bien poquito? Pues no he dejado de pensar en ella desde aquel post.

Sí, esa a la que me resistía a dejar en casa mientras yo estaba de viaje y por la que miraba mal a cualquier otra maleta que veía por la calle, ¿por qué? Fácil. Porque las veía como simples maletas. Aquella maleta…

Pues como era de esperar llegó el momento en el que las madres se preocupan por tu bienestar y por la renovación, muchas veces sin ver mucho más allá. Pasa mucho con el tema de la ropa. Un ejemplo: el día que aparecen unas botas nuevas en casa porque “esas ya están hechas polvo”, es un clásico. Se lo agradeces un montón, pero también le hacer ver (sin éxito, por supuesto) que son tus botas más queridas y que tú las sigues viendo perfectas.

Pues bien, si os ha pasado algo parecido alguna vez entenderéis la sensación del día en el que mi madre me regaló con toda su buena intención una nueva y flamante maleta para mis viajes. Era genial y sin embargo la odiaba, la o-dia-ba. Aquella maleta hizo que dejara en un armario mi maletita roja llena de recuerdos de todos mis viajes hasta el momento. Mi maleta, mi mejor compañera, la que me hacía sentirme como en casa.

Ahora, gracias a una mezcla perfecta entre mi naturaleza “trastera” a la que yo llamo “afán de coleccionismo”, la fuerza del DIY (Do it yourself) y mi nuevo salón, estoy orgullosísima de decir que… mi maleta vuelve a estar conmigo. Y ya no solo en los viajes, sino en el día a día.

Gracias a todos aquellos nostálgicos como yo todas esas cositas que nos han hecho sentirnos bien vuelven a estar presentes, así que no pierden su valor, sino que se reconvierten en otra cosa nueva, a veces mejor.

Mi maleta se ha reconvertido en algo parecido a esto:

Maleta DIY

Además me hace pensar cómo algo que te acompaña en tus viajes, en tus “no parar”, ahora sirve precisamente para eso, para parar y sentarte. Es otra perspectiva de la vida,  tanto de la suya como de la mía. Me siento bien. Y en mi maleta también.

 

No puedo decir nada más que gracias a todos por permitir que mi maleta haya dejado de hacerme sentir como en casa para pasar a formar parte de ella.
Gracias internet. Gracias.

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